Harry Lockhart es en esencia un tipo decente. Es cierto que es un ladrón de poca monta que va por la vida con una mezcla no muy sólida de encanto desfasado y optimismo inconsciente, pero quiere hacer lo correcto. Sólo que no sabe exactamente cómo. La eterna mala suerte de Harry empieza a mejorar cuando él y su socio están haciendo algunas "compras" navideñas fuera de horas en una tienda de juguetes de Nueva York y la alarma de seguridad acaba con la fiesta. En su frenética huída de la policía, Harry se ve metido sin querer en una audición para una película de detectives de Hollywood, y en un abrir y cerrar de ojos, el productor lo lleva en avión a Los Angeles para hacerle una prueba. Lanzado al feroz mundo de los profesionales, estafadores, perdedores y aspirantes de Los Angeles, a Harry le adjudican el duro detective privado Perry Van Shrike, también conocido como "Gay Perry", para que le prepare para su prueba. Gay Perry es inflexible, despiadadamente duro y gay. También tiene poca paciencia con Harry, que pone a prueba su talento para la interpretación haciéndose pasar por detective. Parece cosa del destino cuando el ladrón que intenta hacerse pasar por detective se cruza con Harmony Faith Lane, una aspirante a actriz que necesita ayuda. Cuando el misterioso suicidio de la hermana de Harmony se cruza con un caso aparentemente sin relación que Harry y Gay Perry están investigando, de repente se ven envueltos en un caso de un asesinato real. Aparecen y reaparecen cuerpos... secretos de familia salen a la luz... Si quiere seguir vivo y convertirse en el héroe que Harmony necesita que sea, Harry tendrá que convencer a Gay Perry de que le ayude a resolver el caso. Y un poquito de suerte -¿o es el destino?- tampoco le vendría mal.
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