Enrique V, el joven rey de Inglaterra, no es más que un muñeco entre las manos de la Iglesia: convencido por los clérigos de invadir Francia, se decide a entrar en guerra para reivindicar el trono del país vecino. La guerra culmina en la sangrienta batalla de Agincourt y, poco a poco, el rey debe luchar contra la moral cada vez más hundida de su tropas y contra sus propias dudas.
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