En 1937, Norteamérica vivía el séptimo año de su década más catastrófica. La economía había sufrido un crash y millones de personas habían perdido su trabajo, sus ahorros y su hogar. Una nación que extraía su audacia del principio según el cual el éxito está al alcance de todo el que trabaje por obtenerlo, se encontraba desilusionada al verse sumergida en una pobreza insuperable. Las personas más emprendedoras se veían dominadas por el miedo, el fatalismo y la desesperación. Tanta desolación propició la emergencia de nuevas y poderosas fuerzas sociales que se pusieron de manifiesto en febrero de 1937. Nacía la era del estrellato. La maquinaria de la fama estaba a punto de ponerse en marcha. Sólo se necesitaba un protagonista, y en ese momento surgió Seabiscuit, el caballo ceniciento que rompió records en el handicap de Santa Anita. Algo hizo clic: ¡había nacido una estrella!
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