Aaron Hallam, luchó en la guerra de Kosovo (Antigua Yugoslavia). Las Fuerzas Especiales norteamericanas operaron en una zona donde los soldados serbios estaban inflingiendo las más brutales atrocidades sobre la población civil de origen albanés. Aarón (quien por esos días era un soldado bien considerado) mata al oficial serbio que ha ordenó aquella carnicería. Condecorado con la Estrella de Plata al Valor por ese asesinato selectivo, Aaron siente que no hubo honor en todo aquello, mientras cada noche se despierta atormentado por espantosas pesadillas.
En 2003, a años luz de lo sucedido en Kosovo, nos encontramos con el L. T. Bonham siguiendo la pista de un lobo herido a través del helado paisaje del norte del estado canadiense de British Columbia.
Mil millas al sur, en los verdes bosques de Silver Falls, Oregon, el exalumno de L. T., Aaron Hallam, que se encuentra ausente sin permiso de su unidad de las Fuerzas Especiales, también desarrolla su particular misión de vigilancia. Está por todas partes, como un demonio del bosque. Aaron ya ha matado de manera cruel y despiadada a cazadores de aquellos contornos, y el FBI, representado por la Agente Especial Abby Durrell, desesperada por atrapar al asesino, contacta con el único hombre que puede capturarlo.
Confortablemente retirado, L.T. se resiste en un principio a aceptar la misión. Hace todo lo que puede para que le dejen en paz. Ha cerrado ya aquella puerta de su pasado y eso abriría de nuevo la caja de Pandora de sus siniestros recuerdos. Sin embargo, tras estudiar las fotos de las víctimas, en las que éstas aparecen destripadas como venados, con todos y cada uno de sus órganos internos troceados, L.T. cae en la cuenta de que el asesino es un hombre entrenado por él años atrás. Finalmente, acepta la misión con la única condición de que actuará solo. Entonces, L.T se adentra en los bosques –desarmado, como si estuviera siguiendo el rastro de otro lobo herido. Sus últimas palabras son: “Si no he vuelto en dos días, dadme por muerto"...
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